Cómo lanzarse a lo desconocido sin miedo...
Por Dalia Haas

Existe una muy común frase que recita: “Cada día haz algo que te atemorice”
Esta frase motivacional puede ser tentadora pero también puede ser provocadora. A algunas personalidades más que a otras, les gustan actividades riesgosas o que les provoquen miedo (películas, juegos, etc), pero en realidad a nadie nos gusta sentir miedo. El miedo nos pude paralizar para hacer cosas en la vida, nos puede alejar de los que amamos o nos aman o nos puede hacer dudar para tomar decisiones que vienen del corazón por citar algunos casos.
El manejo de miedo depende de muchos factores: las experiencias de nuestros antepasados y las que hemos tenido desde el vientre de nuestra madre hasta hoy; depende de nuestra personalidad, de nuestro comportamiento, del medio y la gente con la que nos desenvolvemos; pero sobre todo depende, de cómo entrenamos a la mente para observar y entender el miedo.
Uno de los extraordinarios efectos de practicar diariamente disciplinas como la gimnasia, las artes marciales, cualquier arte o algún tipo de yoga tradicional y por supuesto la meditación como parte del yoga (por nombrar algunas) es que aprendemos a manejar mejor nuestras emociones, incluido el miedo. [1]
El sentimiento de miedo activa la amígdala en nuestro cerebro o lo que ahora algunos llaman nuestro “cerebro reptiliano” y dependiendo del contexto, se incrementan nuestros niveles de cortisol y en ciertos casos, empezamos a sentir ansiedad ya sea atraves de una especie de parálisis o por el contrario de una excitación extrema. Es nuestro detonador para protegernos, luchar, huir o ¡volar!
Entre más tiempo persiste esa sensación en el cuerpo, mucho más se afecta el sistema nervioso. Por ello, mantener el equilibrio del sistema nervioso durante esos momentos es clave para entender y procesar el miedo de cara a nuevas experiencias. Es fácil decirlo, no siempre aplicarlo.
Aprender y practicar técnicas de respiración como lo es el Pranayama entrena el cuerpo y la mente a manejar consientemente situaciones estresantes. Una práctica diaria y por un largo periodo de tiempo como lo es una práctica de Ashtanga yoga nos ayuda a utilizar la respiración durante el movimiento y nos ayuda a crecer paulatina y diariamente en posturas mucho más complejas y a equilibrar nuestras emociones durante el proceso. A diferencia de cualquier práctica de ejercicio que involucra solo el esfuerzo y el control del cuerpo, la práctica de Ashtanga tiene un claro objetivo: el autoconocimiento y la propia transformación.
La belleza de una práctica diaria y consistente como esta es que nos entrena a entender que los retos son una tarea diaria y forman parte de la vida. La mente y el cuerpo están más limpios, más enraizados, fuertes y flexibles y los efectos a largo plazo comienzan a manifestarse en el cuerpo sutil y la consciencia. Comprendemos como respirar mejor y a no sobre reaccionar en determinadas situaciones, a disfrutar el proceso y cuando hemos logrado superar el reto prácticamente estamos listos para el siguiente.
En lugar de miedo y desesperación, el cuerpo y la mente aprenden a relajarse durante la situación. Cuando se logra el control de la respiración y las posturas en este sentido, dejamos de hablar del cuerpo físico, empezamos a trabajar en los sentidos, las emociones; en el sistema nervioso y endocrino, y en capas más profundas de nuestra conciencia.
Existen innumerables vías para entender nuestras emociones. Personalmente he aprendido casi todas, pero en términos de disciplinas, el yoga y la meditación son mis favoritas. Después de estos jóvenes pero serios 15 años en yoga, uno de los grandes resultados que comparto con alumnos, pacientes y amigos es que lejos de tratar de controlar las emociones a través de un método racional casi científico, analizando todo y planeando todo; es el equilibrio. Es como una danza entre la intuición y la razón y es ahí donde entramos en una a fase distinta de entendimiento de nosotros mismos y de los demás.
De niña me daban miedo situaciones desconocidas, los juegos riesgosos o la obscuridad. Nunca hubiera imaginado que podría sobre llevar situaciones tan retadoras en la vida.
Hoy a mis 46 años, estoy muy agradecida por haber tomado un sinfín de riesgos y de tener una práctica como el yoga que me acompaña siempre. He vivido en 4 países, viajado a más de 25 países; viajado en los 30 estados de mi país; desde las ciudades más desarrolladas hasta las más pobres, desde lo más bello hasta lo más extraño; quedándome en los hoteles más lujosos o en los sitios más peligrosos o alejados. Siempre involucrándome en la cultura de la gente, sus tradiciones, tratando de hablar su lengua, disfrutando las diferencias y manteniendo amigos en caso todos estos lugares.
Observar el miedo como maestro, me ha permitido moverme de un país a otro, de una profesión de 20 años a otra, de una comunidad o cultura a otra y de soltar en vez de sufrir el sentido del apego, dejando a la familia varias veces, casándome con un hombre al que no conocía realmente pero confiando en la intuición y el corazón. Con ello no quiero decir que saltar a lo desconocido sea un ejercicio que debemos de practicar o tomar como juego. En realidad, lo más estables que podamos vivir, lo más relajados que podemos navegar. Sin embargo este no es el común denominador de la experiencia humana.
A lo que llamo “el arte de moverte a lo desconocido sin miedo” es la creatividad con la que se maneja el miedo, la consciencia de observarlo y de respirar con gracia durante el proceso, de disfrutarlo, de aprender de él para crecer hacia el siguiente. Como un músculo que se fortalece con ejercicio, la mente se fortalece ante estos retos y se preparara de mejor manera para el siguiente desafío. Asimismo sucede con los momentos felices o tristes, la mente comprende que son temporales y que no hay nada a que temer con cambios bruscos en la vida, que no pasa nada si se “pierde” eso que creemos haber “ganado” pues de cualquier manera estos se irán. La mente aprende a confiar y a tener fe en lo que la simple vista no se puede ver todavía.
Dalia Haas
[1] En este breve artículo no tratamos los diversos efectos positivos tanto físicos, mentales como espirituales del yoga.
Vientos intensos para un arco en el Parque Nacional de Sequoias. California, abril 2018.
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